jueves, 18 de diciembre de 2014

FORGET ME NOT: CHAPTER I

NO-ME-OLVIDES
Por Sandra Dermark
Un fic de Vocaloid basado en la novela homónima de Putlitz.

1. CAZANDO MARIPOSAS.

Por una pradera que la primavera había vestido de gala, dos niños de blondos cabellos y azules ojos correteaban y jugaban. Estaban cazando mariposas... al menos la niña, porque el varoncito estaba más atento a ella que a los lepidópteros.
Los dos habían nacido y crecido en la aldea que había al noreste del prado. Y no, no eran hermanos por mucho que así pareciera. Ella, Linnéa, era hija de aristócratas y vivía en la elegante mansión barroca de la colina. Él, Lennart, era el hijo del cura (del reverendo, como allí decían) y vivía en la sencilla prästgård, la granja clerical.
-¡Lennart! -le llamó su amiga- ¡Una mariposa apolo ha cruzado la profunda acequia, y no puedo conseguirla!
Se la veía muy triste. El chico le posó la mano en el hombro y le dijo con una sonrisa:
-Tranquila, Linnéa, te llevaré al otro lado.
-Lennart... ¡me dejarás caer en la acequia!
Pero la preciada apolo estaba al alcance de su cazamariposas. El chico volvió la espalda a su amiguita, pero ella, impaciente, le llamó de nuevo a su lado. Él cogió a Linnéa en brazos, como en volandas, y cruzaba la acequia con su preciado cargamento y ella sosteniendo ambos cazamariposas.
-¿Qué me darás a cambio?- preguntó Lennart.
-Nada... ¡pero date prisa, peso demasiado para tu regazo!
-Si no me das nada... me quedaré aquí, plantado en medio de la acequia.
-Grr... ¡Lennart, te estás hundiendo en el fondo! ¿Qué quieres a cambio?
Él dudó por unos segundos y se ruborizó antes de contestar:
-Un... un bes... ¡un beso tuyo!
-Un beso... ¡Tsk! -respondió ella con sorna volviendo la cabeza, para, reparando en nosotras, cambiar de tema:
-¡Nomeolvides! Venga, recógeme algunas de esas flores -Linnéa se dirigió a Lennart como a uno de sus sirvientes.
-¿Nomeolvides? ¿Las florecillas azules? Como deseéis.
Él se agachó para recogernos a las que florecíamos al borde de la acequia, y ella sonreía y se agitaba de euforia en su regazo.
-Y... ¿qué piensas hacer con ellas?
-Las pondré en agua en mi habitación, para adornar.
Se sentaron en la orilla durante unos cinco minutos, y la niña ordenó las flores en su delantal. Su amiguito, sentado a su diestra con una expresión de alegría, se había olvidado del beso que ella le había prometido.
-Venga, Linnéa, dame una flor...
-¡No te pienso dar ni una! ¿Por qué se te ocurriría robarme un beso?
Ella recogió su delantal y regresó corriendo a su hogar. El chico se encogió de hombros y apretó el puño para volver con los suyos también.
Pasaron cinco días y Linnéa se había olvidado de su mariposa, el beso negado y la flor negada. Entre tanto, habíamos crecido sanas y tranquilas en su elegante habitación, en un jarrón de cristal sobre la estantería. Un día entró Lennart de nuevo a visitarla y su mirada recayó en nuestro jarrón. Me recogió junto con mi flor y se la puso en la solapa.
-¿Qué te crees que haces? -le preguntó, airada, una sirvienta de cabellos rosados recogidos en un moño.
Él se ruborizó y se cubrió el cuello con su sombrero de tres picos para esconderme. Pronto me vi prensada ente las páginas de su gramática francesa. Allí permanecí hasta que el invierno trajo las nevadas y los días cortos.
Un día, Lennart y otros muchachos de su edad estaban librando una batalla de bolas de nieve en el patio de la granja clerical cuando yo me caí del libro y aterricé sobre una pila de leña que fue puesta en el fuego. Lennart fue llamado de nuevo a repasar sus lecciones de francés y se puso a hojear frenéticamente el libro como si buscara algo importante sin decir qué era exactamente. Antes de que las llamas me consumieran, nunca aprendí lo que buscaba,
ni por qué se ruborizó cuando me robó.
Una llamarada se lanzó sobre mí y fui reducida a cenizas.

Y entonces me reencarné...

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