martes, 4 de abril de 2017

LA CALABAZA DEL MUNCHKIN

LA CALABAZA DEL MUNCHKIN

El Pequeño Munchkin vivía en el ancho mundo de los campos abiertos, donde los grupos de altos tallos de cañas de bambú crujían y se balanceaban todo el día, y las hierbas altas a los lados de la carretera susurraban mensajes a los viajeros que pasaban por allí. Durante todo el verano el Pequeño Munchkin estaba atareado haciendo sus tareas de munchkin. Había siempre tanto que hacer, ayudando a cuidar de la Madre Naturaleza. Estaba ocupado con las mariposas cuyas alas se habían quedado atrapadas en los arbustos espinosos y con las lagartijas que habían perdido la cola, el Pequeño Munchkin se las volvía a coser con su hilo especial. Y siempre había muchas flores silvestres a las que tenía que sacudir las gotas de rocío para que pudieran abrir sus pétalos cada mañana.
Al atardecer, el Pequeño Munchkin se envolvía en una hoja y se quedaba dormido bajo el brillante cielo estival lleno de estrellas. ¡Cuánto le gustaba vivir en el ancho mundo de los campos abiertos, bajo el brillante cielo estrellado del verano!
Pero el verano estaba llegando a su fin y empezaban a soplar los vientos de otoño. Los días eran cada vez más frescos y las noches se hacían más largas. Cuando el viento soplaba a su alrededor, le susurraba:

Ya llega el otoño, se acaba el verano,
busca un hogar para el invierno largo.
Sí, busca un refugio cálido y brillante,
donde una luz dorada brilla constante.

"Pero, ¿dónde puedo encontrar un hogar cálido y brillante, en el que una luz dorada brilla constante?" le preguntó al viento.
"Sigue el camino del Sol, sigue el camino del Sol", le susurró el viento.
Así que el Pequeño Munchkin se puso en camino a través de los campos y siguió el camino del Sol. No muy lejos, se encontró a un Caracol Plateado, que llevaba su casa a cuestas.
"Hola, Caracol Plateado, estoy buscando un hogar cálido y brillante, donde una luz dorada brilla constante".
"Bien, bien, bien", dijo el Caracol Plateado, "esta es mi casa y aquí vivo yo solo. Sólo hay sitio para uno. Continúa por el camino del Sol".
Así que el Pequeño Munchkin siguió el camino del Sol a través de los campos. No muy lejos se encontró a una Araña Marrón sentada en su tela.
"Hola, Araña Marrón, estoy buscando un hogar cálido y brillante, donde una luz dorada brilla constante".
"Bien, bien, bien", dijo la araña, "esta es mi casa y aquí vivo yo sola. Sólo hay sitio para una. Continúa por el camino del Sol.
Así que continuó por el camino del Sol. Y llegó a un huerto cercado, o mejor dicho amurallado. Cuando subió a las piedras del borde, vio una brillante luz dorada, relucía como el mismo Sol. Miró hacia arriba y vio al Gran Rey Girasol brillando sobre él.
"Gran Rey Girasol, estoy buscando un hogar cálido y brillante, donde una luz dorada brilla constante".
El Rey Girasol sonrió, movió su enorme cabeza dorada y parecía decir:
"Mira delante de ti, en el suelo".
El Pequeño Munchkin miró y vio que allí, entre grandes hojas verdes, había una hermosa calabaza redonda y de color naranja. ¡Se quedó muy sorprendido!
"¿Podría ser este mi  hogar cálido y brillante, donde una luz dorada brilla constante?" El Pequeño Munchkin se subió a la calabaza buscando una puertecilla. Golpeó con los nudillos aquí y allá, pero no encontró ninguna puerta que se abriera.
Para entonces el Pequeño Munchkin estaba muy cansado y ya era de noche. Se envolvió en una hoja de calabaza y se quedó dormido, cómodamente protegido, al abrigo de la calabaza.
Mientras dormía tuvo un sueño. Soñó que una estrella dorada bajaba del cielo nocturno, sobre el bambú que se mecía, a través de los campos, pasando por el Gran Rey Girasol y aterrizó justo dentro de la calabaza naranja, haciendo una puerta con forma de estrella en lo alto.
A la mañana siguiente, cuando se despertó, se acordó del sueño y trepó a lo alto de la calabaza. Y allí estaba, como en su sueño, la puerta con forma de estrella. Abrió la puerta y se asomó. Para su alegría vio una pequeña habitación con luz dorada brillante.
El Pequeño Munchkin se alegró mucho, entró y se acurrucó en su nueva casa calabaza, tan cálida y brillante, donde una luz brillaba constante. Y, por lo que yo sé, todavía vive allí.
Y cada mañana recorre el ancho mundo de los campos abiertos, para cuidar de la Madre Naturaleza. Y cada atardecer regresa a su cálido y cómodo hogar-calabaza. Desde entonces se le conoce como "Pumpkin Munchkin", Munchkin Calabaza.

(Pumpkin Munchkin)

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